Por siempre
Ese día el Negro estaba tan aturdido que
deambulaba por todos lados buscando algo sin saber qué; repentinamente se topó
con la puerta. Dudó y prefirió mirar por la cerradura. Tato se
acomodaba la peluca mientras ensayaba su “ ¡vermut con papas fritas y good show!”;
al lado, de la mesa del rosarino, se escapaba la Eulogia para escuchar al
Flaco cantando ‘muchacha ojos de papel” y más atrás un coro
ensayaba entusiasmado una canción que le resultaba familiar. No dudó más y
entró. Hugo, el anfitrión de ese día, lo estrujó contra su cuerpo mientras el
coro entonaba, una vez más, el estribillo “Te veo bien, estás siempre
buscando. Te veo bien, vivito, vivito y coleando”
Este microrrelato ha participado en Juego de Mayo: homenaje a
Midón y Caloi en http://www.cuentosymas.com.ar/blog/
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