Robos

Le destrozaron la puerta. Luego, fue tiempo de  denuncia a la policía y peritaje de huellas. Más tarde, la recuperación de una desconfiada tranquilidad.  Esta vez decidió poner una puerta blindada tan costosa como la fortaleza que prometía. ¡Mucho gasto para una maestra!, pero su temor se lo pedía. La puerta maltrecha quedó en la calle a la espera de que otro, también ultrajado, la llevara para cerrar otras heridas. Y casi sin demora se fue, desapareció vaya a saber por qué caminos. Pero un día volvió. Allí estaba, en el mismo lugar, despojada ahora de casi todo, sin herrajes ni tornillos lucía con orgullo cada uno de sus orificios esperando otra vida. Y llegó. Esa mañana ellas salieron de la escuela y caminaron apenas una cuadra en busca de papel afiche para el cartel. Cuando la vieron sola y doliente, le dieron otra vida. Y así fue cómo otras maestras escribieron sobre la puerta, ahora pizarrón, la denuncia de otro ultraje: “Tocá bocina por la escuela pública”. Juntas se encontraron y marcharon.



Sublimación

Mi amigo me contó que abandonó su psicoanálisis porque había logrado resolver su obsesión por el tamaño en un taller de escritura de relatos breves.



2084


Estoy en lo de Joaquín, mi amigo de la escuela. Mi mamá me dejó venir a dormir a su casa. Su familia es normal, igual que la mía, igual que todas. Mamá dice que yo soy muy chico todavía, que cuando sea grande voy a entender mejor. Mi mamá termina todas las conversaciones con su frase preferida: “Todos tenemos un muerto en el placard”. ¡Yo pienso que mi mamá es muy exagerada!
Miro la hora, falta poco. Suena el timbre. Todos salen, yo también. Llega el camión de recolección, clasificación y reciclaje, nos saluda el Señor Tragloditus, él lleva años trabajando en la empresa. Lee la planilla: “Familia Pérez García, cuatro equipos, tres locales y un visitante”. Se los entregamos. Los engancha, uno a uno, a un puerto USB y los limpia. Nos devuelve nuestros teléfonos móviles y entramos.
Mi amigo me hace una seña que no comprendo y, aprovechando un descuido de su mamá, me lleva al sótano de su casa. ¡Su abuelo vive ahí abajo clandestinamente! El nono arranca del cuaderno una hoja con todos los mensajes escritos con lapicera. Joaquín se la guarda en el bolsillo del pantalón. Los dos se ríen a carcajadas.
Yo pienso en mi mamá.




Lógicas


Siempre la misma discusión.
A él le fascina el verano para disfrutar sentado a la sombra.
Ella prefiere el invierno para deleitarse con el calorcito de las estufas.










Postmodernos

@julieta:#DíadelosEnamoradosTKM.
@romeo:#DíadelosEnamoradosMuero por vos.

 Este microrrelato participa en el Concurso Día de los Enamorados: recrear la historia de Romeo y Julieta en no más de 140 caracteres http://www.cuentosymas.com.ar/blog/
Ruleta Rusa


Una bala, en la sien. Así terminó para él.
Ahora es mi turno. Estoy seguro que el iPod touch lo gano yo.




RULETA RUSA*
Llego a casa y prendo el televisor. RS es un programa exitoso con muy poco gasto de producción: un frenético animador, un arma, cuatro balas, cinco participantes y algunos extras para sostener el clima de fiesta. Los participantes pasan en el orden que les toca por sorteo. Uno, dos, tres tiros que pegan en las sienes; un verdadero despilfarro. Pasa el cuarto participante, se acerca al micrófono y vocifera: “Es mi turno, el iPod touch lo gano yo”. Tomo mi cerveza. Gatilla. Risas y aplausos.

Este texto fue escrito, a partir del anterior,  para el Microtaller de Humor “Hazme reír, por favor”, Escuela de Fantasía. http://www.escueladefantasia.com




COMPULSIONES

¡No soportó más! Si no hacés una consulta nos separamos. ¡Estás loco! Te lavás las manos unas quince veces por día, revisás tres o cuatro veces si cerré bien la llave de paso del gas, abrís chiquicientas veces la ventana para ver si el auto está dónde lo dejaste, estirás las sábanas de la cama antes de acostarnos y durante la noche… ¡No te aguanto más!

Rafael se levanta, al día siguiente, decidido a hacer algo para salvar la relación con su mujer. Vuelve del trabajo con un ramo de flores. Tira, con descuido, las llaves del auto que vuelan por el aire y caen en el piso, pero no las levanta. Se sienta a cenar sin pasar por el baño. Sube al dormitorio sin pasar por la cocina. Vuelve a la cama y arruga las sábanas. Comienzan con el juego amoroso. Se escucha una alarma. Él salta de la cama ajustando la sábana de abajo y abre la ventana. Le están robando el auto.

-¡Vos no cambias más!, solloza ella.
-¡Es esta maldita inseguridad!, responde él y  corre a lavarse las manos al baño.


PARKINSON
Nuestro amigo es un tipo extraordinario, ¡lo que se dice un fuera de serie!
Siempre encuentra la ocasión para burlarse de nosotros. Nos recuerda, una y otra vez, que no estamos capacitados para experimentar lo sublime: ese intenso placer sexual que garantiza una vibración natural incorporada.



*Este texto fue escrito para el Microtaller de Humor “Hazme reír, por favor”, Escuela de Fantasía. http://www.escueladefantasia.com

FUERA DE LUGAR

 Su madre agoniza en el hospital mientras Ana espera impávida que todo termine. Una vez sucedido, toma su bolso, sale a la calle y se sube al auto. Sin que pueda siquiera imaginarlo, ese día también muere su padre, de golpe nomás, mientras dormía. Un velatorio para dos y, tal como lo indican los preceptos religiosos, ambos son velados con el cajón cerrado. Un féretro al lado del otro.

Con una verborragia inusitada Ana cuenta, a quien quiera escucharla, el inmenso dolor que siente por la muerte de su padre y el desamor hacia su madre. Después, se sienta frente a uno de los ataúdes y llora por horas. Sólo al final, alguien se acerca y le avisa que es su madre la que está en ese ataúd. Se seca frenéticamente las lágrimas, corre la silla y vuelve a llorar.

Este texto fue escrito para el Microtaller de Humor “Hazme reír, por favor”, Escuela de Fantasía. http://www.escueladefantasia.com


Violencia de género

Estaba furioso y con el rostro desencajado. 
Mientras revoleaba los trabajos de sus estudiantes se lo escuchó gritar: Un drama, qué digo, una tragedia. No saben distinguir un poema épico de una fábula y mucho menos una égloga de un madrigal.


Izquierda y derecha

Lo había aprendido desde muy pequeño. Los círculos de color en el taco de los zapatos sirvieron para distinguir el pie izquierdo del derecho. Rojo izquierdo, verde derecho. Placenteramente alojado en la seguridad que le deparaba aquella experiencia infantil, la custodió celosamente, durante años. Continuando con el código, él mismo fue pintando los círculos, en sus zapatos grandes, para orientarse. Pero llegó el día que siempre llega. Convencido de haber consolidado el aprendizaje, echó a andar sin más brújula que su propio saber.
No le fue sencillo. Entró a la ducha y lo sobresaltó el chorro de agua helada. Peinarse frente al espejo le resultó una tarea laberíntica. Se subió al auto y cuando tuvo que poner la luz de giro, lo inundó una catarata de insultos y bocinazos. Llegó a su trabajo y permaneció, durante un largo rato, pálido e inmóvil antes de estrechar la mano de su cliente. En el almuerzo, los cubiertos bailaban, de aquí para allá, mientras la comida se enfriaba.
La desesperación más desesperada la experimentó esa mañana cuando tuvo que ir a votar.


Egocentrismo intelectual

Aunque convencidos de que estaban dialogando no hicieron otra cosa que escucharse a sí mismos.  Espejo y ventana eran la misma cosa y sus ojos placenteros permanecieron ciegos en una profunda autocontemplación.





Por siempre

Ese día el Negro estaba tan aturdido que deambulaba por todos lados buscando algo sin saber qué; repentinamente se topó con la puerta. Dudó y prefirió mirar por la cerradura. Tato se acomodaba la peluca mientras ensayaba su “ ¡vermut con papas fritas y good show!”;  al lado, de la mesa del rosarino, se escapaba la Eulogia para escuchar al Flaco cantando ‘muchacha ojos de papel” y más atrás un coro ensayaba entusiasmado una canción que le resultaba familiar. No dudó más y entró. Hugo, el anfitrión de ese día, lo estrujó contra su cuerpo mientras el coro entonaba, una vez más, el estribillo “Te veo bien, estás siempre buscando. Te veo bien, vivito, vivito y coleando”


Este microrrelato ha participado en Juego de Mayo: homenaje a Midón y Caloi en http://www.cuentosymas.com.ar/blog/





Anticipación

Eran las nueve de la mañana y ya había dejado cinco mensajes en el contestador. Hacía dos días que su marido no lograba dormir y ella quería que su psicólogo lo viera con urgencia. Arregló un turno para las diez. Nunca llegaron. No pudo despertarlo.




Autoestima

Preocupada por el diagnóstico que recibió, decidió pedir una consulta con un psicólogo. Fue a la primera entrevista. Mientras ella hablaba, él se durmió.





Ignacio y Perón

Me hizo conocer el mundo de las carreras cuando ir al hipódromo era asunto de viciosos de dudosa moral. Cálido en su habitual parquedad, cuando reía parecía un niño. Le gustaba decir que tenía la sabiduría de un viejo lector de diarios.
Fue socialista, de Alfredo Palacios y, de manera cómplice, siempre aceptó  que me dirigiera a él comenzando la frase con el mismo juego de palabras: Pero Nacho…


Incomunicados

No tenemos Internet. 
Cuando lo dijo no sabía que con esta frase comenzarían su separación.





Amores que matan

Siempre atenta a lo que él necesitaba.
Esa tarde, su misión era evitar que los mosquitos lo picaran. En cuanto uno se posó en la pierna velluda, ella levantó su palma y le estampó su merecido.
El sonrió satisfecho porque ella lo amaba.



Ley de muerte digna

No siempre  “mientras hay vida hay esperanza”, se la escuchó decir entre sollozos.
  

Este microrrelato ha participado en Juego de Junio/2012:Refranes
http://www.cuentosymas.com.ar/blog/?p=10583

Edades

Tenemos la edad de nuestra relación con ella, solía afirmar con el vaso de vino en la mano.  Primero es una relación impensable, luego pasa a ser posible, más tarde se torna probable y sólo al final, se nos aparece próxima. 
Hoy, ella lo está abrazando.


Realidades

Me arruinaste la lluvia. Sí, con tu Elefante Blanco, ya ni el agua es clara.
Ahora, lluvia y lágrima caen y brotan mientras los pasos descalzos no dejan de llorar más lluvia.


Lugar común

“Hay que matar al que mata”  y el último se suicidó.

“Entran por una puerta y salen por la otra”  para ser arrojados, una y otra vez, al mismo fétido no lugar.

Giros

Concluida la obra, el viento hizo el resto.
Un giro a la derecha  y la larga cabellera azul era río manso de palabras dónde él se reflejaba.
Otro más, y el mundo patas para arriba reía a carcajadas.
El siguiente, y un cielo diáfano iluminaba la gigantesca burbuja animada.
El último, y la obra volvía  a su primogénito lugar.
Los libros, en cada giro, siempre abriendo a nuevas imágenes.



Este microrrelato ha partcipaddo en el  Concurso a partir de una imagen, mes de abril para Triple C, Cofradía del Cuento Corto.




Recuerdos encubridores

Cada vez que la pesadumbre la acosa, hasta dejarla sin aliento, ella se trepa al árbol de la infancia. Desde lo alto, respira aliviada el aire juguetón, se mece con la brisa y el rocío la ilumina mientras platica con todos sus amores. Cuando oscurece cae, mansamente, para volver a empezar.
Para Juan

Armar su biblioteca le llevó muchos años en los que exhibió una paciencia irritante.
Llegó a tener unos dos mil ejemplares, todos eran libros usados. Recorrió kilómetros, de geografías variadas y extravagantes, en busca de cada ejemplar. Novela, poesía, ensayo, entrevista, cuento; el género no era lo importante. En realidad, no los leyó nunca, jamás pasó de la primera hoja. Su interés eran las dedicatorias y buscó todas. A mi querido hijo Juan; A mi amigo Juan; A Juan, el amor de mi vida; Para vos, Juan.




Este microrrelato ha participado en Juegos de Marzo: Minicuentos por la identidad en  
Tambien ha sido publicado en





Desmemorias

Toda una vida poblada de frases hechas.
Cuando el cansancio se desparramó sobre su memoria, se la escuchaba decir: “corazón que no ve, ojos que no sienten”.

 
Políglota

Atormentada por la imposibilidad de encontrar el idioma con el que construir sus sueños, se especializó en el sueño mudo.


Procrastinación

Sólo conocía de gratificaciones en las demoras.
Cuando la muerte lo abrazó, sintió un inmenso alivio; había llegado a su fin ese éxtasis doloroso de una vida familiarizada con la parálisis del acto.
Transformaciones

Aquel verano pasaron, quince días, los tres juntos en la playa. Mientras ella jugaba con su pequeño hijo en la arena, él reflexionó y arribó a un único pensamiento: esa madre no era su mujer.
Alfonsina

Quienes lo recuerdan dicen que, durante años, se lo vio sentado en el mismo lugar. Que permanecía allí, con la mirada fija, esperando cada una de las olas que devolvía el mar. También cuentan que, una mañana, lo observaron recoger de la orilla y guardar, en su morral, un diminuto poema escrito con letras de espuma y sal. Después, no volvieron a verlo.
EL HUMOR DE NUESTROS HIJOS


I

Preguntas
La pequeña escuchó en la tele:
-¿Cuánto hace que sos homosexual?
-Y vos, ¿cuánto hace que sos soprano?
 La niña preguntó: mamá, ¿que quiere decir  soprano?


II
Infancia
Asombrada con la perseverancia de su pregunta, intentó sorprenderlo con una respuesta diferente. Cuando el pequeño arremetió con el siguiente ‘¿y por qué?’, ella respondió: ‘por la arbitrariedad del significante’. Su hijo pareció satisfecho y calló por un largo rato. La escena se repitió y  la respuesta tuvo, siempre, análogo resultado.  El hechizo se rompió el día en que el pequeño no quiso  ir  al cumpleaños de su amiguito y su madre lanzó un  estruendoso ‘¿y por qué?'. La mirada del pequeño la envolvió y su boca expelió un  gigantesco ¡por la  abitarida del sin ficante!.

III
Amor fraterno
 La madre vuelve, a la casa, con el recién nacido en brazos. El primogénito la recibe con una mirada helada y un reproche: ¡te dije que lo que yo quería era un perro con manija!
Tabaré, el guerrero

-¡Que lo parió! ¡Este tipo enloqueció!, gritó mientras lo escuchaba en la tele. 
-¿De quién hablás?, preguntó él desde la cocina
-Escuchalo, vení y escuchalo…
-¿Una guerra? Pero, ¿de qué habla?
 -Y ahora, me querés decir ¿qué hago yo?, preguntó ella mientras se agolpaban en su memoria todos lo años vividos de uno y otro lado del charco.
-¿Qué decís? ¡Pero dejate de joder, querés!
-¿No entendés? Esto es muy serio. Estoy enfrentada a un dilema existencial.
-¿Qué?  Decime, por favor, que no estás hablando en serio.
-Lo miró fijo e insistió: ¿Vos que opinás? ¿Qué me conviene hacer? ¿Me vuelvo y ataco o me quedo y defiendo?
El la miró atónito. Ella comenzó a reír a carcajadas.
Madres
¿Quién dijo: madre hay una sola?
Está la madre omnipresente, esa que se convierte en un incómodo panóptico.
Está la madre ausente, la que siempre falta a la cita.
Y está la madre ideal, tan deseada como inalcanzable, esa que está presente cuando hace falta y falta cuando sabe que sobra.
Síndrome del nido repleto

Leyó en la revista del domingo: "En  los años setenta, los científicos han popularizado el concepto  de ‘síndrome del nido vacío’ para referirse  al estado de  depresión y sentimiento de pérdida que afecta a los padres, pero especialmente a las madres, cuando sus hijos se van de  la casa. Los resultados de otra  investigación sostienen  que si bien la mayoría de los padres extrañan a los hijos cuando se han ido, también disfrutan de una mayor libertad. La nueva investigación, publicada en la revista Psychological Science, muestra que la satisfacción conyugal mejora cuando los hijos, finalmente, deciden irse".

Miró el reloj y comenzó a preparar el almuerzo. Tres paquetes de fideos alcanzarían para todos: ella, su marido, sus tres hijos jóvenes y las parejas de dos de ellos que pernoctaban, al menos dos veces por semana, en la casa.

Ni un solo síntoma de depresión o de pérdida. Puso el agua en la olla, ésta en el fuego y suspiró profundo.

Buscó en los clasificados. Ya era hora. Alquilarían un departamento y se irían los dos a vivir solos.


Este microrrelato ha sido publicado, con ilustración de Juanno, en: 
http://www.cuentosymas.com.ar/blog/?s=sindrome+del+nido+repleto


 


Sencillamente

Los mensajes de texto fueron y volvieron durante diez días.
-Se cayó, rompió cadera, hay que operar
-Qué bajón! Espero se solucione pronto.
-Esperando que obra social mande prótesis.
-Espero que llegue pronto!
-La prótesis no llega, ella muy depre. Aviso si voy lunes.
-No te preocupes. Beso y fuerza!
-La operaron, está mejor. Voy próximo lunes.
-Que suerte! Besos para vos y tu madre.
-Está con infección, volvieron a internarla, vuelven a operar, se queja mucho.
-Lo siento mucho! Necesitás algo?
-Nada, gracias. Está muy mal, parece que no quiere más, está en terapia.
-Escribí o llamá si necesitás algo.
-Gracias! Estoy cansada y triste. Si puedo voy el sábado.
 -No te preocupes, está con ella todo lo que necesite.
-Vine a lo de Sonia a trabajar. Me avisa mi hermana que mi mamá hizo  paro cardíaco. No hay nada para hacer, sólo esperar
-Qué triste!  Cómo estás vos? Necesitás algo? Te mando un beso
-La miro por rendija de la puerta, sufre mucho no pueden hacerle nada
-Te llamo esta noche
-Dejó mensaje de voz? No sé levantarlos
-Cómo está tu mamá? Y vos?
-Sólo esperar a que quiera irse, parece que es dura  Acá  todo el día la veo un ratito cuando me dejan entrar sigue en terapia
-Te mando un fuerte abrazo y beso!
-Mañana es el cumple de la beba, espero que aguante, que se vaya otro día.
-……………
-Ya está.



La casa de los leones

La casa estaba abandonada hacía ya varios años. Se decía que los leones de mármol se transformaban en fieras salvajes si se les arrojaba una piedra sobre sus cuerpos. Durante cinco días se juntaron a la salida del colegio y fueron hasta la casa. Agazapados detrás de los árboles, desde la vereda de enfrente, hicieron repetidos ensayos. Una a una las piedras golpearon en los cuerpos inmóviles de las fieras inermes. Ni un solo movimiento. Cada vez, retornaron ilusionados en poder despertarlas. Convencidos de la falsedad de la leyenda, cruzaron la calle y traspasaron la puerta reja. La violencia de los rugidos impidió que se escucharan sus gritos desesperados.

                                                                                                                          
Terrores nocturnos.

Escuchó una estampida. Se volvió hacia atrás y vio que se le venía encima. Corrió, desesperadamente, mientras pensaba en todo lo que aún no había hecho. Cada vez lo sentía más cerca y, sin embargo, estaba segura que lograría escapar. Cuando creyó haberlo logrado, se estrelló contra el muro. Despertó y supo que ya no estaba viva.


Gesto de humanidad
Estuvo varios días meditándolo. Habían compartido años de fidelidad; se acompañaron cada vez que lo necesitaron y congelaron su amor en múltiples fotografías. La casa lucía cada uno de aquellos momentos, enmarcados en cuero. No dejaba de mirarla y acariciarla, convencida de que ese gesto aliviaría su dolor. Pasaron tres noches y el final comenzó a tener fecha. 

Al  despertar de la cuarta luna, concluyó que eso ya no era vida; por lo menos, no era una vida digna. Lo llamó y arregló una cita. La llevó en brazos, le dieron una inyección para que se quedara calmamente dormida. Antes, la llenó de besos y caricias.

Como cada vez que había tenido el mismo gesto, la sepultura encontró lugar en el jardín de su casa abonado con amores viejos; los ladridos se hicieron flores.

Después, se subió al auto y fue al geriátrico. Entró y le convidó unos mates.  Ella, en silla de ruedas, sin memoria y acompañada por otras mujeres sin habla y con llantos, pasa los días esperando cada visita.
       
                                                                                                 
Sonata de amor

Cada año renuevan su amor muy cerca de la fuente de Trevi, la inmensa Roma los esconde. Él se divierte intentando asir la risa de su amante para ponerla a salvo de la nada. Como un loco de atar, sueña que de sus senos, cubiertos de satén, brotan sones que lo emborrachan. La aparta y atrapa, una y otra vez, en una danza casi ritual. Sin pausa, los años se suceden mientras ellos se aman.




Este microrrelato ha participado en Juego de Agosto/2011:Anagramas
Su majestad, el número

Lo que no se cuantifica carece de valor. Lo cuantificado lo adquiere en la mayoría. Números altos y números petisos. Números verdaderos y números mentirosos. Números  inteligentes y números bobos. Números que festejan y números que sufren. Números glamorosos y números feos. Números limpios y números sucios.
Todos, números anónimos.


                                                                                                             


El otro

Siempre allí. Como modelo a seguir, como rival a vencer, cómo compañero sexual, como par y espejo. Nunca ausente. Existo con y por él. El otro, al mismo tiempo, es él y soy yo.




Sin casa

Navegando, una y otra vez, entre dos orillas.
Nunca amarrada, en basculación permanente.
Sin poder renunciar; quedó, irremediablemente, alojada en un no lugar.
                                                                                                  


Silencios

Cuando nuestras palabras son puro bla, bla, bla; 
no hay otro remedio que callar.

                                                                                

Rivales

En su propia casa, en sus narices, frente a la mirada de todos.
Esa fue su victoria.  Lo demás, sólo una anécdota.  

                                                                                                




Mínima

Idas y vueltas en el camino, más o menos sinuoso, que los lleva del deseo de reconocimiento al reconocimiento del deseo. En esta única frase se resumen todas las historias que, durante años, he venido escuchando de mis pacientes.




Final


Un golpe en el corazón.
Siempre le obsesionaron los finales. Quizá fuese una manía de viejo ajedrecista que había pasado muchos años analizando remates.
De todos modos, con la vida era otra cosa.
Los repasaba una y otra vez, como si fuese la última; empecinado en no olvidar ningún detalle. Finales con nombre propio.
Ana, la parturienta que murió desangrada minutos después de dar a luz a su hija en el campo de concentración El Vesubio, en los oscuros años de la dictadura militar argentina.
Mateo, el que intentó nacer cuatro veces pero murió cada vez, luego de intentos fallidos de fertilización asistida, en una recoleta clínica de San Isidro.
Inés, la que se lanzó, decidida y sin aliento, al abismo de aquel asfalto seco y frío una noche de invierno en la solitaria Mar del Plata.
Joaquín, el que se fue flojo de ropa y de recuerdos, así nomás, sin quererlo pero sin poder evitarlo, una tarde cualquiera, en cualquier lugar.
Todos finales para recordar. Pero sólo aquel, ocurrido muchos años después, ordenó la serie.
Desde entonces, y para siempre, la muerte de su padre fue la primera.
Desde aquel soleado, cálido e inolvidable día de abril, no hubo jamás otro final que un golpe en el corazón.


                                                                                                                          





Voces pasajeras

Hola loco, no sabés, ¡anoche me comí un garrón!… la vieja se murió en mis brazos y el turro de mi hermano no venía... ¡pero si te digo que lo llamé! sí! y el muy turro me decía que no podía….ahora se viene lo peor…Sí, claro…y que carajo me importa a mí. Mejor  hablamos otro día…¡dejá, sí, dejá te dije!... está todo bien, con vos todo bien, flaco…es  mi bocho, mi bocho  no da más.

Anoche te llamé...si era yo. Después no pude atenderte. Necesitaba hablar con alguien, boludo…bueno, sí, ¡con vos! …todo mal. Ahora no puedo hablar...no puedo te digo, estoy yendo a la facu, que sé yo, en un par de paradas... ¿en casa?  tarde, a la noche…¿qué querés que te cuente ahora?...ya te dije, que está todo mal y yo que no aguanto más … llora, llora todo el tiempo y me miente, me dice que va a estar todo bien, que es sólo una crisis. ¿Se piensa que soy boluda yo?...mi viejo grita y no para de decir que está cansado, que siempre es lo mismo, que cada vez están peor. Con mi hermana ya no queremos escucharlos discutir, boludo….¡que sé yo!...Si, ¿te parece poco?...¿Así? ¿Vos, podrías? No jodás boludo…¡te digo que no jodás!...¡te dije o no que estoy mal, boludo!!...porque creo que esta noche vuelvo y se separaron…está bien, llamame.

¡Hola!...ni idea dónde está...y ¿en el lavadero?...¿en el cuarto de Mili?...¿en la biblioteca?...¿qué?...¿y por qué ella?...pero si ayer no estuvo…pero si… escuchame…escuchame…¡te quiero hablar!... bueno, ¡cortala!... sí, cortala  mamá, vos siempre con lo mismo, cada vez que no encontrás algo...¡hacé lo que quieras!...sí, como siempre…d¡espués te arrepentís! acordate, ¿qué?   y no me llames después…te digo que después no me llames…¡pero no ves que no escuchas! …¡pero si me llamaste vos!... Chau.

Emilia, ¿me escuchas? …y ahora, ¿me escuchas?... que me olvidé de dejar la ropa para Joaquín… en el placard. …el equipo de gimnasia…tiene que estar…¡fijate bien! …¿te fijaste bien?...llamá al padre que yo estoy yendo  a la oficina. Si, llamalo y preguntale si quedó en su casa, ¡seguro está ahí!...Y si está ahí, que lo traiga, que agarre el auto y lo traiga, tiene que ir al colegio con el equipo hoy…No puede ser,  te digo que no. Arreglalo vos…si, llamalo y fijate… si te pregunta, ¡vos no sabés! …si me llama,  no atiendo…. ¡avisame! Ah, acordate que hoy tenés un montón para planchar…Chau.

Se bajó, se detuvo frente al primer tacho de basura, abrió su cartera y cuando iba a tirarlo, sonó. ¡Hola amor!...más o menos, ¿vos?..¿por qué?, ¿vos me preguntas por qué?...te dije que no puedo más.. las voces…¡cómo que no puede ser!...te digo que estoy harta de escuchar voces todo el día…no, ¡no estoy loca!...¡te digo que no puedo! todo el tiempo voces y ¡más voces!...¡otra vez con  lo mismo, vos!...¡No quiero discutir!...¿Me escuchaste?...¡que no quiero discutir!!!! Está bien,  hoy pido un turno con el médico. Pará, pará un poquito...¡espera!...tengo un tipo acá...sí, a vos te hablo, ¿qué carajo estás escuchando? No te das cuenta que son asuntos privados.




Beso de película

Sin que mediara palabra, ella se levantó de su butaca, caminó vertiginosamente hasta alcanzarlo y se fundió en un beso seco interminable.
Su sueño realizado fue interrumpido por los silbidos del resto de los espectadores.



Primero, fue el verbo

Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura. Un joven al que besó en los labios con dulzura. Un joven al que besó en los labios. Al que besó en los labios. Besó.


Juntos

¿Cómo podían haber compartido tanto tiempo juntos? Me encontré muchas veces haciéndome la misma pregunta; en realidad, me lo preguntaba cada vez que los veía .

Un día se lo pregunté. Lo explicó como si se tratara de algo muy sencillo, me dijo que habían logrado vivir con más placeres que sombras y que eso les provocaba una profunda alegría con ellos mismos.

Sorprendida con mi insistencia, se explayó. Dijo que aunque conocían casi todo del otro,  era  precisamente eso que ambos supieron ocultar, lo que los mantenía amándose. Que habían podido conjugar todos los tiempos, habían sido novios apasionados y fanáticos de una juventud tan rebelde como lejana; marido y mujer de un presente de amores largos con sabor a alcohol y que serían ardientes compañeros de un futuro de vejez lúcida y calma.

De las muchas cartas que se mandaron, me dijo que ella siempre supo que aquella anunciaba, sin que ellos ni siquiera lo imaginaran, ese largo día de amor que celebraban cada año.

Quise saber más. Buscó en su monedero un pequeño y gastado papel azul, mientras me contaba que cuando él tenía apenas veintidós años y su cabello era largo como el tiempo que tenían por delante, le escribió una poesía que comenzaba con otra de Miguel Hernández:

No puedo olvidar
que no tengo alas
que no tengo mar,
vereda ni nada
con que irte a besar


y que él continuó, para ella, así:
Pero tengo tu amor
impregnado en mi piel
que me hace volar
hasta encontrarte
y amarte a la distancia.


Cada vez, como si fuera un rito, ella volvía a leerla mientras celebraban un  año más juntos.