Nombres
Cuando era adolescente, su padre compró una casa en la playa. Todas portaban su nombre; algunos resultaban de la combinación de las primeras sílabas de los nombres de sus moradores. Noehugla era la casa del tío Pancho; Noemí, Hugo y Gladys se llamaban  sus hijos. La casa de Sophía fue bautizada Vicoqui, con las  primeras sílabas de cada una de las palabras de la frase vive como quieras. Fue ella misma quien lo hizo y en esa nominación expresaba, veladamente, su alegato adolescente. Sus hermanos rieron con la ocurrencia y fueron nominadores cómplices. Su papá lo aceptó sin más, tal vez porque al leerlo, nadie, ni siquiera él, podía reconocer ese mensaje de rebeldía.

Fueron pasando los años. A la casa de la playa iban ahora todos, Sophía y sus hermanos con cada uno de sus hijos. Ella siempre se ocupó de pintar, una y otra vez, las letras sobre aquella piedra laja, frente a la que todos se sacaron fotos. Cuando su padre murió, retiró aquella piedra vieja, vieja y desgastada como su alegato adolescente.

Vicoqui fue uno de los nombres de su adolescencia, de la relación con su padre y de la casa en la playa.



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