Polisemia

Cuando logré tranquilizarlo, comenzó a explicarse. No me extrañó lo que contaba. A Gabriela la conocía hacía mucho tiempo y sabía que, en todas las escuelas, sorprendía con sus propuestas. Como aquella vez cuando estaban preparando el acto del día de la bandera. Mientras unas maestras estaban  muy molestas por lo difícil que era trabajar esa fecha patria con tantos hijos de familias extranjeras, ella  proponía confeccionar, con sus alumnos, la bandera multicolor de los pueblos originarios y sólo después llegar a la celeste y blanca.
Por eso, cuando me contó que la maestra le había enseñado a su hija a discriminar, no me sorprendió. Sólo ella, abierta a todas las palabras, a todos los colores y las formas, podía  enseñarle a sus alumnos a discriminar, para que pudieran diferenciar, seleccionar y  discernir; nunca para segregar, aislar o excluir.


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