Para Juan

Armar su biblioteca le llevó muchos años en los que exhibió una paciencia irritante.
Llegó a tener unos dos mil ejemplares, todos eran libros usados. Recorrió kilómetros, de geografías variadas y extravagantes, en busca de cada ejemplar. Novela, poesía, ensayo, entrevista, cuento; el género no era lo importante. En realidad, no los leyó nunca, jamás pasó de la primera hoja. Su interés eran las dedicatorias y buscó todas. A mi querido hijo Juan; A mi amigo Juan; A Juan, el amor de mi vida; Para vos, Juan.




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2 comentarios:

  1. Pobre Juan, con lo linda que es la literatura... Juan

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    1. Gracias por la lectura del blog y por tu comentario.

      Aunque abierto a otras lecturas, este microrrelato se corresponde con la temática de la convocatoria en la que participó.
      "Mi Juan", está en una búsqueda desesperada, y sin pausa, de su identidad; por qué lo hace dirigiéndose a los libros de esa manera, sería tema para otro microrrelato...

      Por otro lado, elegí ése y no otro porque creo que el nombre Juan se ha convertido casi en un símbolo de todos los nombres de los nietos y nietas recuperadas.

      Saludos,

      GRF

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